lunes, 8 de septiembre de 2008

TORPEZA, TEMOR E INQUIETUD

Óscar estaba en la ducha cuando escuchó el sonido que le avisaba de que había recibido un mensaje en su teléfono móvil. En ese momento se dio cuenta de la torpeza que había cometido al dejar el aparato en la habitación. Nunca tenía ese tipo de errores, pues era una persona extremadamente cuidadosa. No en vano, se jugaba mucho. De modo que, ante el temor de que su esposa también hubiera escuchado la señal y pudiera cogerlo por curiosidad, se apresuró y prácticamente salió del baño sin secarse y dejando a su paso un rastro de agua y jabón.
Por un momento pensó que había llegado demasiado tarde. Su mujer sujetaba el teléfono con sus manos. Óscar intentó disimular su inquietud, para no levantar sospechas.
-“Óscar, lo estás poniendo todo perdido. Ten cuidado. Toma, ha sonado un mensaje”, dijo ella estirando el brazo.
-“Ah, no lo había oído”, respondió el marido mientras agarraba con firmeza el aparato de la mano de su mujer.
El peligro había pasado. Óscar, todavía nervioso por lo sucedido, leyó el mensaje y reaccionó con indiferencia.
-“Publicidad”, dijo con desdén.
-“¡Qué pesados! Vístete, que te vas a resfriar”, respondió la mujer sonriendo. Y, a continuación, salió de la habitación.
Más tranquilo, el marido volvió a mirar el mensaje, esta vez con más detenimiento.
-“Hola. Perdona por estar desaparecida. He tenido lío en casa. Necesito hablar contigo. Mejor mañana. ¿Quedamos a comer? ¿A las dos en el hotel? Un beso”.
-“OK”, respondió Óscar contrariado.

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