1917, Érase una vez en... Hollywood, Historia de un matrimonio, El irlandés, Jojo Rabbit, Joker, Le Mans 66, Mujercitas o Parásitos. En apenas unas horas, y tras la mítica frase "and the Oscar goes to...", una de estas nueve películas alcanzará la gloria eterna cinematográfica. La lista es de una calidad apabullante y servirá para recordar por los siglos de los siglos el enorme nivel de la industria en 2019. Sin embargo, solo una se convertirá en "la elegida", en la ganadora de la nonagésimo segunda edición de los premios de la Academia, acaparará las conversaciones del día después (ojo, que también está en juego la etiqueta de "la gran perdedora") y tendrá el honor de formar parte de ese selecto club de títulos bendecidos por la estatuilla dorada.
La cinta bélica de Sam Mendes parte como la mejor posicionada, tras imponerse en los Bafta y los Globos de Oro. Y eso que irrumpió en la competición tarde (la última ganadora estrenada en diciembre fue Million Dollar Baby, en 2005), cuando las apuestas de los expertos se dividían entre los gángsteres de Scorsese y la mirada nostálgica (y violenta) de Tarantino a la meca del cine. Nada que objetar: 1917, que cuenta la peligrosa misión contrarreloj de dos soldados británicos a través del territorio enemigo para evitar una masacre de un escuadrón de 1.600 hombres en una trampa del bando alemán durante la Primera Guerra Mundial, sería una dignísima vencedora, pues empuja al espectador a una cruda inmersión en el horror del campo de batalla, además de suponer un proyecto personalísimo de su realizador (se ha inspirado en las narraciones de su abuelo en su niñez) y, sobre todo, una titánica proeza técnica para simular un plano secuencia (o dos). Algunos pensamos que su victoria estaría más revestida de consenso con tintes academicistas que de entusiasmo, para ser realistas. Seguiría la estela de otros relatos militares como Patton (1970), El cazador (1978), Platoon (1986) y En tierra hostil (2008).