viernes, 31 de julio de 2009

RUZAFA, EL BARRIO DE BABEL

Situado prácticamente en el centro de Valencia, este distrito acoge a inmigrantes de distintas nacionalidades, que conviven pacíficamente con los vecinos de la zona.

A pesar de su envidiable situación dentro del mapa urbano, a tan sólo unos minutos del centro de la ciudad, se trata de uno de esos barrios que únicamente aparecen en los medios de comunicación por asuntos relacionados con sucesos o delincuencia. Tampoco es habitual ver a los turistas transitar, cámara en mano, por sus calles buscando algo que fotografiar. Sin duda, Valencia tiene reservados al visitante lugares mucho más adecuados para ello -desde el emblemático barrio del Carmen hasta la futurista estampa que ofrece la reciente Ciudad de las Artes y las Ciencias. Sin embargo, nadie puede negar que Ruzafa es una zona con encanto. Su nombre, que significa jardín en árabe, se debe a que en este lugar estuvieron situados los fértiles y frescos jardines que rodeaban la corte de los reyes árabes de la Taifa de Valencia. Hoy, poco o nada queda de ellos.

Si hubiera que elegir una palabra para describir Ruzafa, probablemente la más adecuada sería diversidad. Quienes por primera vez pasean por sus calles quedan sorprendidos por el puzzle heterogéneo que forman las personas que en ellas habitan. Durante los escasos cinco minutos que el visitante tardará en recorrer la calle Cuba, una de las más transitadas, podrá cruzarse con ciudadanos marroquíes, argelinos, chinos, ecuatorianos, colombianos..., que conviven pacíficamente con la población española de la zona. la sensación no deja de ser extraña. La primera impresión que produce es la de un barrio periférico y sucio, casi un suburbio. Los medios de comunicación no ayudan demasiado a mejorar esa imagen. Sin embargo, quien se atreve a explorar sus rincones y convivir con sus gentes, descubre por lo general una Ruzafa acogedora y llena de armonía, que por un momento recuerda a la mítica torre de Babel. 


Afortunadamente, los inmigrantes -al menos la gran mayoría-, han sabido hacerse un hueco en el barrio. De hecho, numerosos son los comercios regentados por ellos. Tiendas de ropa, calzado y complementos, bazares, peluquerías, restaurantes con comida típica de sus países de origen...; cualquier negocio es bueno para intentar integrarse y sobrevivir de manera digna en un país que no siempre los recibe con los brazos abiertos.
Se trata, pues, de una diversidad que enriquece a ambas partes, inmigrantes y población autóctona. Así, por ejemplo, el visitante hambriento puede elegir, sin cambiar de acera, entre degustar una tradicional paella valenciana, un rollito de primavera o platos más exóticos como un kebab o un cus-cus.

Contra todo pronóstico, son los ciudadanos chinos los que mejor se adaptan al barrio. Sus establecimientos -fundamentalmente restaurantes, tiendas de “toda a cien” y bazares- tienen una gran aceptación y, del mismo modo, ellos se convierten en clientes habituales de los otros comercios de la zona. En cambio, la población árabe, la más numerosa, se mantiene más cerrada en sí misma. Por su parte, los inmigrantes sudamericanos, dedicados sobre todo al trabajo en el campo y al cuidado de niños y ancianos, se integran rápidamente, ya que cuentan con la ventaja de compartir el idioma y, en ocasiones, las mismas tradiciones que los ciudadanos españoles. 

A pesar de la armonía imperante, en los últimos años también se han vivido momentos de tensión, aunque afortunadamente han quedado sofocados y olvidados. Sin ir más lejos, en febrero de 2002 el barrio saltó a la palestra informativa por la celebración de una manifestación que acabó convirtiéndose en una auténtica batalla campal por el enfrentamiento entre la agrupación política ultraderechista España 2000, que recorrió la zona con lemas en contra de los inmigrantes y banderas de España, y otro grupo de individuos, contrarios a la ideología de dicha formación. Finalmente, y pese al temor de las autoridades, el suceso se quedó en un hecho aislado, y la vida en el barrio ha continuado de forma pacífica y tranquila -quitando los pequeños conflictos que se producen en toda convivencia. 

El gran problema de Ruzafa de un tiempo a esta parte es el intranquilizador aumento de la delincuencia y la inseguridad ciudadana, que muchos, inconscientemente, vinculan al fenómeno de la inmigración. No obstante, en los últimos años las autoridades locales parecen haber escuchado por fin las insistentes peticiones y denuncias de los vecinos y, de esta manera, la vigilancia policial se ha incrementado notablemente. Así, situaciones vergonzosas que antes eran habituales, como que fueras caminando tranquilamente por la calle y te ofrecieran comprar droga, parecen haberse frenado.
Otra de las grandes deficiencias de la zona es la escasez de escuelas públicas. Los vecinos no se cansan de denunciar esta alarmante situación, pero de momento no han conseguido una respuesta satisfactoria por parte de la Administración.


Precisamente en frente del Colegio Balmes se encuentra uno de los puntos claves del barrio, al que muchos consideran “el corazón de Ruzafa”: el Mercado, cuyo actual edificio data de 1962. En esa plaza, el 9 de octubre de 1238, el rey Aben Zayyan entregó al rey Jaime I las llaves de la ciudad y el acta de su rendición. Años más tarde y en este mismo lugar, San Vicente Ferrer hizo el milagro de pacificar a las bandas rivales de los centelles y los Vilaraguts, divididos por el Compromiso de Caspe. Finalmente, el 31 de julio de 1824 se ajustició en la misma al maestro de escuela Cayetano Ripoll, última víctima de la Santa Inquisición en España, días antes de su abolición por el rey Fernando VII.
Hoy en día, el mercado mantiene una actividad mucho más tranquila (salvo los lunes, cuando se monta el típico “mercadillo” en sus inmediaciones), y da trabajo a una gran cantidad de personas, muchas ellas vecinas de la zona. Aunque cada vez cuesta más competir con las grandes superficies comerciales, el mercado de Ruzafa cuenta todavía con una enorme clientela y, de esa manera, una gran vitalidad. Junto a él, se alza la Iglesia de San Valero, con su llamativo campanario, y al final de la calle el visitante encontará el Real Convento de Nuestra Señora de los Ángeles, fundado en 1239 por Jaime I. El primitivo edificio del convento fue saqueado por las tropas invasoras del ejército francés en 1812. El actual, construido en 1890, conserva arcos y elementos originales del siglo XIII y es de estilo neogótico, con una austera fachada de ladrillo.
Por lo que respecta a las fiestas y tradiciones, hay que señalar que en Ruzafa se viven las Fallas de manera especial. En últimas años, dos comisiones falleras -Cuba-Literato Azorín y Cuba-Sueca-, compiten por plantar el monumento más importante de la sección especial. Durente la semana del 14 al 19 de marzo, el barrio rejuvenece y se llena, al igual que le resto de la ciudad de Valencia, de música, luz -destacando el alumbrado instalado cada año en la calle Sueca, que recuerda a la sevillana Feria de Abril-, y olor a pólvora. El futuro del barrio, después de un largo período de incertidumbre, parece esperanzador. A la llegada de inmigrantes hay que sumar la de una importante cantidad de gente joven, muchos estudiantes, y la apertura de restaurantes y locales modernos, muchos dirigidos al colectivo homosexual. Todo ello unido al proyecto del futuro Parque Central, que no acaba de arrancar, hace pensar en una nueva etapa para Ruzafa; una etapa de mayor seguridad y prosperidad para los vecinos de un barrio que se ha convertido en ejemplo de tolerancia y respeto intercultural.

Nota: Fotografías realizadas por el propio autor (salvo las pertenecientes a los incidentes del año 2002).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ruzafa es un barrio fantástico. Muy bien situado, te permite llegar en muy poco tiempo al centro y a cualquiera de las salidas de la ciudad. Tiene tiendas, bares, restaurantes, servicios...
Lo que sí que hay que decir es que en los últimos meses vivir en cierta parte se ha puesto muy difícil. En la calle Denia entre la calle cuba y la calle sueca, durante unas 8 horas al día, se colocan en la calle entre 5 y 30 individuos que se dedican a hablar a grito pelado sin ningún respeto por los demás, haciendo insoportable el quedarse en casa si tienes que trabajar o estás enfermo por ejemplo. y Nadie hace nada. La policía pasa, se meten en los bares y locutorios y salen a los escasos segundos. Por no hablar de que escupen y arrojan papeles y comida al suelo, y están los que venden costo...
Es increíble que esto se permita y no se haga nada al respecto. 50 metros a derecha y a izquierda todo está tranquilo y normal, pero en ese trozo de calle...