miércoles, 16 de diciembre de 2009

MARCAPÁGINAS: EL OTOÑO ALEMÁN

A veces, recordar es un ejercicio doloroso. Las personas acumulamos vivencias y situaciones que, al rememorarlas, nos producen inquietud, arrepentimiento o, simplemente, tristeza. Pensar cómo habrían sido las cosas si todo hubiese ocurrido de otro modo es un recurso fácil, pero también inevitable e incluso terapéutico. El otoño alemán habla precisamente de eso, de los recuerdos de dos mujeres de la misma familia, pero de distintas generaciones. Una todavía intenta superar una misteriosa tragedia provocada por la pasión, la desesperación y la soledad; la otra se confiesa en su lecho de muerte, quitándose la "careta" y descubriendo que su vida dejó de tener sentido hace ya mucho tiempo. Dos historias que defienden que los sentimientos no entienden de fronteras, religiones ni convencionalismos sociales.
Morir es un mero trámite en esta novela cruda y muy personal. Su autora, Eugenia Rico, dibuja unos personajes femeninos valientes, aunque derrotados; apasionados, pero resignados. Cuando no pueden escapar más, se rinden, conscientes de que vivir era más complicado de lo que parecía. Para amantes de biografías de mujeres sin patria, sin esperanza, pero con muchos miedos y dolor acumulado. 

"Desde entonces no soporto ver partir los trenes. Me parece que cuando un tren se va siempre hay una vida que se acaba, una oportunidad que se pierde, alguien que se despide para no volver. Las estaciones son como los cementerios, porque en una estación la vi por última vez y todas las estaciones me recuerdan el día en que ella se fue. Desde ese día no sé si creo en Dios, pero creo en el Diablo. El caos no puede ser tan perverso y, si Dios existe, no puede permitir algo así (...). Yo no la vi partir. Cerré los ojos cuando subía al tren. Quise ir con ella, pero no me lo permitieron. Yo era aria pura, de padres arios, lo quisiera o no. Me pusieron una fuerte multa. Nadie me saludaba. Pero no me dejaron ir con ellos".

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