
Pero, sin embargo, no se lo han puesto nada fácil: sus problemas de salud (en 2004 le diagnosticaron un cavernoma cerebral congénito como consecuencia de una caída, que superó tras cinco meses de inactividad absoluta y, después, un severo período de rehabilitación), su difícil relación con su ex compañero de filas Lance Armstrong, las acusaciones de dopaje que nadie ha podido demostrar (y que le impidieron correr el Tour de 2008, por una sanción a Astaná, su equipo), y la hostilidad manifiesta de un sector de la prensa especializada que mira con lupa cada una de sus actuaciones son los escollos que se ha encontrado Contador más allá de las curvas, las pendientes y las bajadas de montaña de las carreras.
Si a ello le sumamos el hecho de que, hoy en día, ha bajado la fiebre por el ciclismo que vivió nuestro país en la época de Induráin y los escándalos de dopaje que llevan salpicando y manchando a este deporte de unos años a esta parte, entenderemos por qué los triunfos de Alberto Contador no han tenido la misma trascendencia mediática y social que los de otros deportistas españoles.
En cualquier caso, en unas horas, Contador pedaleará vestido de amarillo una vez más por los Campos Elíseos de París. Y puede hacerlo con la cabeza bien alta, porque sus piernas y su mente han demostrado que no conocen límites.
3 comentarios:
Enhorabuena a Contador :) se lo merece
Es un campeón. Tiene mucho mérito. Un abrazo
¡¡¡Ole Contador!!! Últimamente estamos que lo tiramos en los deportes.
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