lunes, 17 de enero de 2011

QUÉ PEQUEÑOS SON ELLOS TAMBIÉN

Cuando alguien me pregunta por qué este blog se llama Y qué pequeño soy yo (que, por cierto, creo que debería ser Y qué pequeño que soy yo), siempre explico que elegí ese nombre por contraposición a lo grande y complicado que es el mundo en el que vivimos; algo así como el sentido que Pablo Motos quería transmitir en su famoso programa despertador radiofónico No somos nadie: la idea de que, en el fondo, las personas individuales no dejamos de ser unas pequeñas hormiguitas, débiles e indefensas, en la sociedad actual. ¿Pesimista? Yo diría más bien que realista. Por eso hay que buscarse refugios, hormigueros o cultivar mucho nuestro mundo interior, para que al menos seamos pequeños insectos, sí, pero con dignidad.
¿Por qué esta parrafada? Porque hace unos días tuve la oportunidad de ver una película llena de hormiguitas que me recordó que, en ocasiones, nosotros mismos somos nuestros mayores enemigos; un relato de intereses enfrentados, de necesidades conectadas, de egoismo ciego y, asimismo, de evolución y concienciación. También la lluvia se llama el invento, una propuesta grandilocuente, vertiginosa y comprometida

Iciar Bollaín dirige a Luis Tosar, Gael García Bernal, Raúl Arévalo, Juan Carlos Aduviri y Karra Elejalde, entre otros, en esta historia de cine dentro del cine. A groso modo, esta es la sinopsis: Bolivia, año 2000. Un equipo español se traslada a Bolivia para grabar una película sobre la llegada de Cristobal Colón a América en 1492. Lo que se prometía como un rodaje tranquilo se complica al estallar la guerra del agua (una revuelta popular en contra de la privatización del servicio de agua en el país). Y, como siempre digo, hasta aquí puedo leer.
El recurso de intercalar escenas de la ficticia película sobre el imperialismo que están rodando con las reflexiones de los protagonistas sobre su argumento y, además, con las reivindicaciones de los ciudadanos bolivianos contra sus autoridades invita al espectador a reflexionar durante toda la proyección. Pero no nos equivoquemos; También la lluvia no es una speudo panfleto filosófico y pasivo. Los personajes se ven inmersos en una realidad que supera la ficción, que les empuja a la acción y a que demuestren su coherencia y su solidaridad. Y ahí reside su grandeza: las palabras se las lleva el viento cuando éste sopla con violencia y el miedo destrona a los discursos políticamente correctos. El instinto de supervivencia se enfrenta al deber, a la prudencia y a la ambición. Y en cada uno de los protagonistas la batalla se decide de un modo distinto.

Los personajes evolucionan ante nuestra mirada sin falsas máscaras porque no tienen escapatoria. El típico productor inhumano, el veterano intérprete inestable, el enérgico director novel, los jóvenes actores comprometidos... Sus vidas cambian cuando se cruzan con unas hormigas obreras de las que dependen, unos ciudadanos superados por la injusticia social, que no tienen nada que perder salvo la dignidad.
Por si no ha quedado lo suficientemente claro, lo digo sin reparos: También la lluvia es una de las mejores películas españolas que he visto, nada maniquea, muy responsable e impecable en su forma y su fondo; con un colosal lenguaje narrativo y un reparto magnífico (impagable la ternura en los ojos de Tosar). Por justicia, hay que destacar también el guión de Paul Laverty, pareja de Bollaín.

Algunas de sus escenas (la inquietante llegada en helicóptero de una cruz cristiana gigante, las ficticias madres indígenas negándose a sumergir a sus hijos en el agua o la difícil decisión de Costa, el personaje de Tosar, de ayudar o no a una mujer desesperada), me emocionaron y me recordaron por qué me gusta tanto el cine: porque, como ocurre con la lectura, me enseña, me entreteniene y me hace pensar.
Sus trece nominaciones la convierten en una de las favoritas para los Premios Goya que se entregarán el 13 de febrero. Ocurra lo que ocurra, os la recomiendo fervientemente, sobre todo a quienes trabajáis en cine y televisión (principalmente en grabaciones en exteriores). Sin duda, a vosotros también os hará reflexionar.

1 comentario:

Verónica Rodríguez dijo...

Extraordinaria película que nos muestra que los errores cometidos en el pasado nos persiguen hasta hoy. Una llamada a la dignidad humana.