Cuando alguien me pregunta por qué este blog se llama Y qué pequeño soy yo (que, por cierto, creo que debería ser Y qué pequeño que soy yo), siempre explico que elegí ese nombre por contraposición a lo grande y complicado que es el mundo en el que vivimos; algo así como el sentido que Pablo Motos quería transmitir en su famoso programa despertador radiofónico No somos nadie: la idea de que, en el fondo, las personas individuales no dejamos de ser unas pequeñas hormiguitas, débiles e indefensas, en la sociedad actual. ¿Pesimista? Yo diría más bien que realista. Por eso hay que buscarse refugios, hormigueros o cultivar mucho nuestro mundo interior, para que al menos seamos pequeños insectos, sí, pero con dignidad.
¿Por qué esta parrafada? Porque hace unos días tuve la oportunidad de ver una película llena de hormiguitas que me recordó que, en ocasiones, nosotros mismos somos nuestros mayores enemigos; un relato de intereses enfrentados, de necesidades conectadas, de egoismo ciego y, asimismo, de evolución y concienciación. También la lluvia se llama el invento, una propuesta grandilocuente, vertiginosa y comprometida

El recurso de intercalar escenas de la ficticia película sobre el imperialismo que están rodando con las reflexiones de los protagonistas sobre su argumento y, además, con las reivindicaciones de los ciudadanos bolivianos contra sus autoridades invita al espectador a reflexionar durante toda la proyección. Pero no nos equivoquemos; También la lluvia no es una speudo panfleto filosófico y pasivo. Los personajes se ven inmersos en una realidad que supera la ficción, que les empuja a la acción y a que demuestren su coherencia y su solidaridad. Y ahí reside su grandeza: las palabras se las lleva el viento cuando éste sopla con violencia y el miedo destrona a los discursos políticamente correctos. El instinto de supervivencia se enfrenta al deber, a la prudencia y a la ambición. Y en cada uno de los protagonistas la batalla se decide de un modo distinto.

Por si no ha quedado lo suficientemente claro, lo digo sin reparos: También la lluvia es una de las mejores películas españolas que he visto, nada maniquea, muy responsable e impecable en su forma y su fondo; con un colosal lenguaje narrativo y un reparto magnífico (impagable la ternura en los ojos de Tosar). Por justicia, hay que destacar también el guión de Paul Laverty, pareja de Bollaín.

Sus trece nominaciones la convierten en una de las favoritas para los Premios Goya que se entregarán el 13 de febrero. Ocurra lo que ocurra, os la recomiendo fervientemente, sobre todo a quienes trabajáis en cine y televisión (principalmente en grabaciones en exteriores). Sin duda, a vosotros también os hará reflexionar.


1 comentario:
Extraordinaria película que nos muestra que los errores cometidos en el pasado nos persiguen hasta hoy. Una llamada a la dignidad humana.
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