Siempre me han gustado las famosas que son conocidas por su talento y por su profesión. Bien es cierto que, en la mayoría de ocasiones, separar trabajo de vida privada se convierte en algo “casi” imposible para este tipo de personas. Pero, en mi opinión, eso es lo de menos si de verdad el o la artista sigue recibiendo aplausos por lo que es, no por quién es.
Hoy voy a hablar de un claro ejemplo de persona que lleva ejerciendo como actriz, cantante y presentadora muchísimos años, casi desde que era una niña. Ha vendido su vida privada la ha vendido; sí, cierto. Pero ha vendido muchas más entradas de cine y teatro que amores y desamores en diferentes programas de televisión. En esta ocasión, le rindo mi modesto homenaje a ella, a la dama de la escena, a la inigualable Concha Velasco.
Pocos meses después, fui a verla en Hello Dolly. Brillante, Brodway se perdió una gran obra. Lo siento por ellos… En esta ocasión, por supuesto, fui a verla dos veces. Una me supo a poco.
Velasco está sensacional en la obra que narra su vida inmensamente. Ha sido escrita por grandes autores, entre ellos, cómo no, Gala. Repasa su vida profesional (y parte de la personal), con toques de drama y humor a partes iguales. Habla de política, de religión y, sobre todo, de emociones. Y ella resulta muy cercana: enseña a la actriz, pero también a la mujer. Mezcla perfecta para todos sus admiradores.
Me emocionó cuando habla de que es creyente, de las vírgenes que lleva en el bolso (entre ellas, la del Pilar, de Zaragoza). Resulta maravillosa su forma de ver y entender la vida. Ahí aplaudí, como en diferentes momentos, y el público, lógicamente, me siguió. A menudo, el público del teatro actúa como si estuviese viendo la tele en su casa. Y no. Cuidado: cuando se ve a alguien dejarse la piel en su trabajo para entretener a los demás, se aplaude. Pero ese es otro tema, y no quiero perder el hilo.
El momento de la explicación de quién es para ella Dios, cuando canta Mamá, quiero ser artista, La primavera miente, La chica ye-ye... Es una obra redonda, pero sólo como expresión, ya que realmente supone un repaso por la vida de una mujer llena de aristas, recovecos, penas personales y, eso sí, muchas, muchas y merecidas alegrías profesionales. Por supuesto, no puedo olvidar los numerosos guiños que hace a Samuel, su nieto. Gran hija, madre, esposa y abuela. Gran actriz, la verdadera actriz; la que nace y se hace, la de la TV, cine y teatro. La completa.
Concha, ya son más de trece años siguiéndote en el teatro; ni siquiera puedo acordarme del tiempo que llevo haciéndolo a través de la televisión. Espero tener muchas oportunidades para seguir viéndote encima de un escenario. Yo sentado, tú de pie; haciendo lo que más te gusta: compartir con los demás tu arte, tu carisma, tu mirada pícara y tu sonrisa permanente, aunque muchas veces esa cara de alegría la hayas querido cambiar por las lágrimas que te ha dado la vida personal.
Recuerda que ya, para siempre, serás la actriz española más respetada. Y, por supuesto, que sé que te gusta, la más famosa, la protagonista. La que huele a madera, a butaca, pero sobre todo a palco, al palco de una reina, la reina de la escena. Grande Concha.
Hoy voy a hablar de un claro ejemplo de persona que lleva ejerciendo como actriz, cantante y presentadora muchísimos años, casi desde que era una niña. Ha vendido su vida privada la ha vendido; sí, cierto. Pero ha vendido muchas más entradas de cine y teatro que amores y desamores en diferentes programas de televisión. En esta ocasión, le rindo mi modesto homenaje a ella, a la dama de la escena, a la inigualable Concha Velasco.
Tengo la suerte de poder comentar, por primera vez en esta pequeña sección, la vida profesional, con matices personales, de una mujer a la que he visto en muchísimas ocasiones en el teatro. De cerca, muy de cerca. Antes jamás había tenido el honor de poder escribir dentro de este apartado sobre alguien que haya conocido, aunque sólo como espectador.
La primera vez que vi a Concha fue en el año 2000, en el teatro Olympia de Valencia, junto a otra gran admiradora de ella: mi madre. Iba con muchas ganas e ilusión. Me encanta el teatro y, encima, iba a ver a la maestra de las tablas. Todavía recuerdo algunos momentos de la obra como si fuera ahora. Mi primera vez con la Velasco fue en Las manzanas del viernes, escrita por su gran amigo Antonio Gala. Fue una obra impresionante, llena de matices, de historias, de personajes atormentados y de momentos verdaderamente duros. Amor, desamor, intrigas… Entretenimiento en estado puro brindado por Concha. ¡Qué más podía pedir! Ya me gustaba, pero desde ese momento me tenía a sus pies.
Le siguieron Inés desabrochada, Filomena Marturano, La vida por delante y Yo lo que quiero es bailar. A ésta última le dedico un espacio especial. Por dos razones: la primera, porque ha sido la última; y, la segunda, porque además de ir dos veces también, la obra es magistral. Es un homenaje por todo lo alto para la actriz. Los afortunados que pudimos verla, sabemos que Concha estaba disfrutando, que estaba siendo ella misma. Una diva humilde. Una gigante de la escena.
Me emocionó cuando habla de que es creyente, de las vírgenes que lleva en el bolso (entre ellas, la del Pilar, de Zaragoza). Resulta maravillosa su forma de ver y entender la vida. Ahí aplaudí, como en diferentes momentos, y el público, lógicamente, me siguió. A menudo, el público del teatro actúa como si estuviese viendo la tele en su casa. Y no. Cuidado: cuando se ve a alguien dejarse la piel en su trabajo para entretener a los demás, se aplaude. Pero ese es otro tema, y no quiero perder el hilo.
Concha, ya son más de trece años siguiéndote en el teatro; ni siquiera puedo acordarme del tiempo que llevo haciéndolo a través de la televisión. Espero tener muchas oportunidades para seguir viéndote encima de un escenario. Yo sentado, tú de pie; haciendo lo que más te gusta: compartir con los demás tu arte, tu carisma, tu mirada pícara y tu sonrisa permanente, aunque muchas veces esa cara de alegría la hayas querido cambiar por las lágrimas que te ha dado la vida personal.
Recuerda que ya, para siempre, serás la actriz española más respetada. Y, por supuesto, que sé que te gusta, la más famosa, la protagonista. La que huele a madera, a butaca, pero sobre todo a palco, al palco de una reina, la reina de la escena. Grande Concha.
LÁZARO SÁNCHEZ
- Periodista -
2 comentarios:
Me has emocionado con tus palabras hacia ella. Realmente siento lo mismo. Es un respeto hacia ella, como actriz es un 10 pero como persona es un 10.000.
Gracias por esto.
Sílvia.
Good blog post. I certainly love this site. Stick with it! gmail login
Publicar un comentario