jueves, 10 de julio de 2008

MAGIA

Miguel caminaba enérgicamente por la calle. Iba cargado de bolsas del supermercado pero, a juzgar por su sonrisa, el peso parecía no afectarle en absoluto. Aquella interesante mirada le había roto todos los esquemas. No la esperaba. Su efecto se dejó adivinar inmediatamente. Se sentía atractivo, como si destilase un halo de magnetismo entre quienes se encontraba a su paso.
A penas fueron unos segundos. Les separaba unos metros. No podían dejar de mirarse. Ni siquiera hicieron el esfuerzo de disimular. Por un momento, Miguel tuvo la tentación de decir algo. Incomprensiblemente, fue incapaz. Aquellos penetrantes ojos castaños se alejaron y se perdieron a lo largo del interminable pasillo de productos congelados.
Cuando Miguel logró despertar del embrujo en el que le había sumergido aquella mirada, ya era demasiado tarde. Apresuradamente, se dirigió hacia la salida del establecimiento. Inspeccionó en las diferentes colas de las cajas para pagar sin éxito. Entonces, empezó a recorrer cada uno de los pasillos, buscando a izquierda y derecha en un rápido movimiento de cuello, con la esperanza de que no hubiera desaparecido. Ni siquiera sabía qué le diría si se reencontraban. Llegó al último pasillo y nada. Ni rastro. Sin embargo, no se desanimó. “Mañana volverá”, pensó.
Ahora se dirigía camino de su casa con paso firme. Tenía la intención de regresar todos los días a la misma hora, hasta que coincidiera de nuevo con ese chico. Algo le decía que entre ellos se había producido una especie de magia. “Esta vez no puedo estar equivocado”, susurró.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ummmm, esta historia me suena. Luego llega cuando hay que abonar la cuenta, pero eso ya otro día ;-)
Fmdo: Malvarrose

Brenn dijo...

Qué triste! Me siento identificado con Miguel, pero de alguna manera yo siempre dejo ir y nunca espero volver a ver :(
Qué buena historia, corta y sustanciosa, y la foto es perfecta... es tuya la foto?

Brenn dijo...

Qué triste! me siento algo identificado con Miguel, solo que de alguna manera, yo me obligo a renunciar y a dejar ir, como que ya sé que no habrá oportunidad :(
Una historia buena y corta, sustanciosa... La foto ambienta muy bien, es perfecta... Es tuya (la foto)?

David Núñez dijo...

Muchas gracias Brenn! Me alegro mucho de que te haya gustado.
No es mía la foto. Un abrazo grande