lunes, 9 de marzo de 2009

EL PERSONAJE: BARBIE

¡Qué Nancy y las Barriguitas se ponga sus mejores galas! ¡Qué Míster Potato se quite el sombrero! ¡Qué alguien avise a los Pitufos Makiqueros para que preparen la música! Barbie, la muñeca más glamourosa del planeta, la más vendida, la más imitada cumple hoy 50 años. La primera muñeca maniquí del mundo, amada por unos y criticada por otros, llega al medio siglo de vida habiéndose sabido adaptar al paso del tiempo y no presenta ni una arruga, ni una tan temida pata de gallo, ni una cana.
Podrán acusarla de ser un juguete sexista y de tener un físico irreal, pero lo que nadie puede poner en duda es que Barbie se ha convertido por méritos propios en un auténtico icono del Siglo XX. Desde hace décadas, muchas modelos de pasarela han querido parecerse a esta muñeca de apenas 30 centímetros de altura, aunque cargada de glamour y con un armario ropero que ya quisiera para sí la mismisima Paris Hilton. Con novio desde 1961 (el popular Kent), ha sido vestida por los mejores diseñadores, ha protagonizado exposiciones y películas de dibujos animados, ha adoptado la personalidad de estrellas del cine e incluso ha colaborado en múltiples causas solidarias.
Presente en 150 países, cada año se crean más de 100 modelos diferentes y se calcula que, en el mundo occidental, el 90% de las niñas entre 3 y 10 años tienen al menos una Barbie. Nos guste o no, esta diminuta y manipulable muñeca de plástico forma parte, como la Coca-Cola, de nuestro imaginario colectivo. Barbie, todos deseamos, y sobre todo Mattel, que cumplas muchos más.

1 comentario:

Verónica Rodríguez dijo...

Algo irreal sí que esta muñequita de plástico duro, estirada y casi siempre, rubia de bote. Sin pelo en las piernas, en el monte de Venus ni en las axilas, presenta una silueta estilizada que pocas mujeres en el mundo son capaces de conseguir. Luce una cintura mínima donde seguro que no caben los órganos pertinentes para la vida sana.

Está claro que es un icono social, pero en manos de una niña, futura joven-mujer de nuestro tiempo, puede resultar algo perversa al mostrarse como ejemplo a seguir a pie juntillas.

Soy más de Nancy ;-)

Un abrazo