
Una de las pasiones de Estadella era el mundo del doblaje. Hoy las crónicas de los diarios nos descubrían que le prestó su voz, entre otros, a Groucho Marx y a personajes de dibujos animados como el Inspector Gadget o el enemigo del koala Mofli. Los últimos años, el periodista se refugió en la radio.
Al pensar en él, me vienen a la cabeza su rostro afable y bonachón, su voz potente e impostada, su afición por la broma blanca y su rol de presentador-actor que pocos han sabido defender con su maestría. Porque Jordi Estadella era un ejemplo perfecto de equilibrio entre talento, profesionalidad y discreción. Hoy me acuerdo también de Mayra y Miriam, Elisenda Roca, Constantino Romero, Joaquín Prat, Julia Otero, Ramón García, Jesús Hermida, Joaquín Arozamena, Emilio Aragón, María Teresa Campos, Olga Viza, Lorenzo Milá y tantos otros rostros que, con su cercanía y buen hacer, me hicieron enamorarme de este medio. Algunos ya no están y otros parecen no tener cabida en la televisión actual, que prefiere tratar al espectador como un mero consumidor y no como a "uno más de la familia".
Estadella se ha marchado sin hacer ruido, pero su labor permanecerá en la memoria de los niños de los 90 y de esas personas que recuerdan con cariño aquella televisión que, todavía, tenía la deferencia de "hablar" al espectador de tú a tú.
Estadella se ha marchado sin hacer ruido, pero su labor permanecerá en la memoria de los niños de los 90 y de esas personas que recuerdan con cariño aquella televisión que, todavía, tenía la deferencia de "hablar" al espectador de tú a tú.
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