viernes, 18 de junio de 2010

EL PERSONAJE: JOSÉ SARAMAGO

En una sociedad en la que se premia la mediocridad y en la que conseguir popularidad y dinero es tan fácil como airear relaciones íntimas mantenidas con un torero o sabotear un festival musical, hay pérdidas que resultan especialmente irreparables. Nadie es imprescindible, pero el ser humano necesita representantes honestos, comprometidos y dispuestos a alzar la voz y señalar injusticias.
Hoy se ha apagado la luz de uno de esos sabios discretos, pero activos y necesarios. José Saramago, poeta, novelista y dramaturgo portugués, moría en su domicilio de Lánzarote a los 87 años. Como ocurre en muchas ocasiones, alcanzó fama mundial al recibir el Premio Nobel de Literatura en 1998. Hijo de campesinos sin tierra, siempre se mostró como un escritor lúcido y comprometido. Él mismo se definía como un comunista libertario y un ateo tolerante, pero convencido y crítico con la religión católica. Los periódicos lo recuerdan también como el último hijo del iberismo portugués, puente de dos culturas hermanas.
Sin embargo, por encima de todo, José Saramago ha sido un genio universal, empeñado en abrirnos los ojos y ayudarnos a salir de la caverna, humildemente y sin presión; con la maestría en el dominio de las palabras y la serenidad de quien parece haber descubierto un secreto inalcanzable para el resto de los mortales.
Con toda seguridad, las televisiones no cambiarán sus programaciones de esta noche para rendir homenaje al escritor luso. Probablemete, no sería rentable ni coherente. Pero por mal camino vamos si nuestros adolescentes conocen mejor la vida de Belén Esteban o de Jimmy Jump que la de José Saramago. Y de eso somos responsables todos. Y yo el primero.

"Soy un hombre que mantiene intacta la capacidad de indignación. Tengo un cabreo profundo, permanente... Mire, si yo pudiera redactar mi propio epitafio diría "aquí yace, indignado, fulanito de tal". La indignación es, digamos, mi estado habitual".

"Yo he sido, desde muy niño, callado, reservado, melancólico. Nunca he tenido la risa fácil. Incluso la sonrisa, para mí es algo que me cuesta trabajo. Y las alegrías o las tristezas en mí son interiores, no las manifiesto".

"Uno de los grandes inventos de la Iglesia católica ha sido inventar el pecado, y después de inventar el pecado, inventar un instrumento de control de la gente. ¿Quién ha decidido lo que es pecado y lo que no lo es? Gran parte de la historia es un absurdo. Y la historia oficial, en la que la Iglesia ha tenido tanto que ver, es una sucesión de disparates".

"Yo no necesito a Dios para tener una ética. Hay personas que no pueden vivir sin este bastón para apoyarse, pues lo respeto. No soy un ateo militante, en el sentido de ir a la guerra contra los que creen, pero que me dejen en paz si no creo".

"Si resulta que Dios existe, de todos modos yo le preguntaría: "¿Por qué nos has abandonado? ¿Qué es eso de crear un ser a tu imagen y semejanza para después decir que poseemos libre albedrío y así justificarte y poder decir que no tienes la culpa de los males del mundo?".

"¿Cómo se puede ser bueno en un mundo como éste? Realmente no es fácil. Reivindico la bondad como el primer elemento que nos hace ver que el ser humano es superior a los animales. Los animales no son buenos ni malos, pero el ser humano puede ser bueno. Pero la verdad es que no somos buenos. Hay manifestaciones de bondad, pero la bondad difícilmente existe".

"La vida antes de que yo naciera era para mí nada. Nací, viví, he morir y regresar a la nada".

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