domingo, 14 de noviembre de 2010

ESTO ES COMO TODO (VII): ESTÁIS INVITADOS

 Hace algo más de un año recibí la invitación del dueño de Y qué pequeño soy yo para que aquí el que os escribe colaborase en su blog. El caso es que la cosa era casi estar como en casa: escribe cuando quieras de lo que quieras. Más fácil imposible. Yo descargo mis pensamientos en unas cuantas líneas y el señor Núñez se ahorra un rato de su preciado tiempo en dotar de contenido de calidad a su prestigioso y diminuto refugio cibernauta dentro de su mundo cada vez más intransitable. Algo que me sirve perfectamente como ejemplo para el tema del que trata mi post de hoy: LAS INVITACIONES.
Lo primero que hay que hacer es dejar claro de lo que estamos hablando. Vamos a hablar de invitaciones a cenar, invitaciones a bodas, invitaciones a marcharse de algún lugar… y no de invitaciones como las de mi “vesina” que siempre que me la cruzo en el rellano me dice que tiene una casa "presiosa" con su "cosina", su "resibidor" y unas "invitasiones" la mar de amplias y bien "aprovechás" (algún día os hablaré del particular vocabulario de mi vesina, todo un ejemplo de neorrealismo verbal).
Pero no nos desviemos del asunto. Una invitación siempre es un arma de doble filo. Una acción en la que son necesarias al menos dos partes y que no siempre tiene el mismo significado para el que la recibe que para el que la ofrece. Una invitación suele verse como un acto de generosidad del invitador hacia el invitado, pero yo lo veo más bien como un intercambio de intereses.
El que invita, siempre espera recibir algo a cambio: material o inmaterial, sutil o descaradamente, voluntaria o involuntariamente. El invitado debe corresponder con la parte que le toca: la compañía y un hombro en el que dejar apoyarse al amig@ que te ha invitado a tomar un café para contarte cómo le va en la vida; una botella de vino en la invitación a cenar en casa de tu compañero de trabajo; o un doloroso puñado de euros para tu prima segunda la del pueblo que hace 15 años que no ves y a la que, cual impuesto revolucionario social, has de ingresar ese pastizal en una cuenta que ya se ha encargado ella de adjuntarte en la INVITACIÓN para su boda.
Y luego existen invitaciones en la que uno no tiene claro quién invita a quién. Es el caso de El Convidat, un programa de TV3 conducido por Albert Om (precursor del zapping en nuestro país con su mítica sección Altres Límits en el no menos mítico Malalts de Tele que se emitía en la autonómica catalana a mediados de los años 90), en el que cada semana nos invita (disculpad el juego de palabras fácil), a conocer mejor a una persona más o menos popular de nuestra sociedad.
La dinámica de El Convidat es la siguiente: Albert Om pasa dos o tres días (preferiblemente fin de semana), en compañía de gente como el humorista Andreu Buenafuente, el entrañable Eduard Punset, el corresponsal en Washington de TV3 Antoni Bassas o el inclasificable Boris Izaguirre, que ejercen de “teóricos anfitriones” de su invitado Albert Om, al que le abren las puertas de sus propias casas, de su entorno y en definitiva de sus vidas, ya que comparten con él reflexiones, charlas, pasiones y rutinas diarias como ir a correr o preparar la comida para sus parejas.

Y matizaba lo de teóricos anfitriones porque, como os decía antes, en El Convidat no me acaba de quedar claro quién ha invitado a quién: si ha sido el famoso de turno el que ha invitado a Albert Om y todo su equipo para que demuestren a toda la audiencia que detrás de sus respectivas máscaras de personajes públicos se esconden personas normales y corrientes (no veas las zancadas que pegaba el larguirucho Antoni Bassas haciendo footing por la capital política de EEUU junto a un Albert Om en mallas), con sus virtudes y sus defectos (memorable la poca traza de Buenafuente y Albert preparando la comida para su pareja Silvia Abril), o sus filias y sus fobias (increíble la cantidad de pastillas y la extraña manera de tomárselas del maestro Punset).
Decía que no sé si son ellos los que invitan a Albert Om para demostrar que son personas de carne y hueso y no del cartón piedra que a veces nos muestran los medios, o es Albert Om el que les invita a ser protagonistas de un programa bien hecho, con los tiempos bien marcados, respetando los largos silencios que a veces genera la convivencia a pesar de la dificultad de condensar en 50 minutos horas y horas de rodaje, jugando con la narración en primera persona de la voz en off de Albert y las preguntas directas (y no siempre discretas), hacia los protagonistas y, en definitiva, invitándoles a ser partícipes de un proyecto que demuestra que con paciencia, talento, medios y personas interesantes aún es posible hacer contenidos de calidad en televisión.
Os animo a que disfrutéis de este programa cada lunes por la noche en TV3, o cuando tengáis un ratito en la siguiente dirección: http://blogs.tv3.cat/elconvidat.php?catid=2194#. ¡Estáis invitados!

-Josevi Sánchez-

1 comentario:

Verónica Rodríguez dijo...

He visto uno de estos programas y me parece especial, una inmersión total en la vida cotidiana de un personaje que nunca deja ver las bambalinas de su biografía.