Pa negre, con nueve estatuillas, se convirtió anoche en la producción más galardonada de la 25ª gala de los Premios Goya. Una vez más, y como viene siendo habitual en estos premios, David venció a Goliat. La producción catalana dirigida por Agustí Villaronga superó a las, a priori, favoritas Balada triste de tompeta y También la lluvia, con dos y tres reconocimientos cada una respectivamente. Asimismo, la claustrofóbica Buried, de Rodrigo Cortés, recibió su parte del pastel (Mejor Guión Original, Montaje y Sonido).
Como dijo ingeniosamente el conductor de la gala, Andreu Buenafuente, a medida que Pa Negre acumulaba cabezones: "habrá que verla". No en vano, esta historia ambientada en la Cataluña de la posguerra obtuvo, entre otros, los premios a Mejor Película, Director y Guión Adaptado. Asimismo, cuatro de sus seis protaginistas también volvieron a casa con un busto bajo el brazo: Nora Navas (Mejor Actriz), Laia Marull (Mejor Actriz de Reparto) y los niños Francesc Colomer y Marina Comas (intérpretes revelación). El Mejor Actor Secundario fue Karra Elejalde, por También la lluvia. Y, como era previsible, Javier Bardem obtenía su quinto Goya, esta vez por meterse en la piel de Uxbal en Biutiful. No pretendo cuestionar el talento del madrileño, pero me atrevo a hacer una pregunta: ¿se lo habrían dado también si no estuviese nominado al Oscar por este mismo papel?
Un dato a destacar: Laia Marull, mujer discreta donde las haya, es la única persona a la que la Academia de Cine ha otorgado los tres premios posibles a nivel interpretativo (revelación, reparto y protagonista).
David Pinillos fue reconocido como Mejor Director Novel por la sugerente Bon Appétit. Chico y Rita, surgida de la colaboración entre Fernando Trueba y el dibujante Javier Mariscal, fue elegida Mejor Película de Animación; y Bicicleta, Cuchara, Manzana, sobre la experiencia personal del político Pascual Maragall, enfermo del mal de Alzheimer, Mejor Largo Documental.
Quien siga este blog ya se habrá percatado de que mis dotes como adivino son escasas, por no decir nulas. De la quiniela que me atreví a hacer antes de conocer las nominaciones, sólo he acertado las victorias de Elejalde, Pinillos y Maragall. Y aunque, como decía, no he tenido el gusto de ver Pa negre, creo que También la lluvia es una magnífica película que merecía mejor suerte.
Quien siga este blog ya se habrá percatado de que mis dotes como adivino son escasas, por no decir nulas. De la quiniela que me atreví a hacer antes de conocer las nominaciones, sólo he acertado las victorias de Elejalde, Pinillos y Maragall. Y aunque, como decía, no he tenido el gusto de ver Pa negre, creo que También la lluvia es una magnífica película que merecía mejor suerte.
Pero premios aparte, es el momento de analizar la gala como espectáculo televisivo: la noche empezó muy fuerte, con un vídeo humorístico de presentación a cargo de Buenafuente que hacía presagiar un nivel tan alto como el de la pasada edición. Sin embargo, fue sólo un espejismo: el globo se fue desinflando por culpa de discursos repetitivos e interminables, gags descafeinados y la ausencia total de ritmo e interés. Ni siquiera el esperado homenaje a Luis García Berlanga, la entrega del Goya de Honor a Mario Camus ni el tradicional recordatorio a los profesionales desaparecidos en el último año (durante el que el realizador estaba, como se suele decir, a por uvas), nos incitaron a emocionarnos.
Tampoco dio demasiado de sí el morboso reencuentro entre la Ministra de Cultura, Ángeles González Sinde, y el Presidente de la Academia, Álex de la Iglesia. Tras la diferencia de posturas ante la Ley de Descargas de Internet y la consiguiente dimisión del Presi, la foto de los dos juntos sobre la alfombra roja se convirtió en el principal objetivo de la prensa. Sin embargo, ambos se comportaron con la elegancia y la corrección que exige sus cargos. De la Iglesia ni siquiera aprovechó su discurso, centrado en la necesidad de la industria cinematográfica de aprovechar los recursos que le ofrece la Red, para echar leña al fuego.
Y ahora unas cuantas preguntas que me vinieron a la cabeza durante la retransmisión de los premios:
-¿En este país no hay profesionales más adecuados y, sobre todo, más ligados a la industria cinematográfica para entregar un Goya que Santi Millán, José Corbacho o Paco León? Está claro que Buenafuente quería sentirse en familia.
-¿Se encontrarían entre bambalinas Juanjo Puigcorbé y Emilio Aragón, nominado como Director Novel? Recordemos las incendiarias declaraciones que realizó el actor contra la productora Globomedia, que preside Aragón.
-¿Por qué la maravillosa Mercedes Sampietro le dio las gracias al espontáneo que saboteó la entrega del premio al Mejor Actor, cuando éste le devolvió el Goya?
-¿Por qué esa facilona costumbre de la Academia de premiar como actores revelación a niños?
-¿Dónde tenía la cabeza el realizador de la gala durante el homenaje a los fallecidos? Hacía falta usar prismáticos si querías reconocer a alguien.
-¿Por qué a muchos se nos dibujó una sonrisilla cuando Quim Gutierrez pronunció Buried con un inglés más bien dudoso? Hay que reconocer que el pobre fue el único que intentó decirlo correctamente.
-¿Como es posible que, en una reunión de gente del cine, el discurso más interesante y conciliador lo pronunciara alguien ajeno a ese mundo, como es Javier Mariscal?
Y ahora unas cuantas preguntas que me vinieron a la cabeza durante la retransmisión de los premios:
-¿En este país no hay profesionales más adecuados y, sobre todo, más ligados a la industria cinematográfica para entregar un Goya que Santi Millán, José Corbacho o Paco León? Está claro que Buenafuente quería sentirse en familia.
-¿Se encontrarían entre bambalinas Juanjo Puigcorbé y Emilio Aragón, nominado como Director Novel? Recordemos las incendiarias declaraciones que realizó el actor contra la productora Globomedia, que preside Aragón.
-¿Por qué la maravillosa Mercedes Sampietro le dio las gracias al espontáneo que saboteó la entrega del premio al Mejor Actor, cuando éste le devolvió el Goya?
-¿Por qué esa facilona costumbre de la Academia de premiar como actores revelación a niños?
-¿Dónde tenía la cabeza el realizador de la gala durante el homenaje a los fallecidos? Hacía falta usar prismáticos si querías reconocer a alguien.
-¿Por qué a muchos se nos dibujó una sonrisilla cuando Quim Gutierrez pronunció Buried con un inglés más bien dudoso? Hay que reconocer que el pobre fue el único que intentó decirlo correctamente.
-¿Como es posible que, en una reunión de gente del cine, el discurso más interesante y conciliador lo pronunciara alguien ajeno a ese mundo, como es Javier Mariscal?
-¿Por qué el año que viene no le dan la oportunidad de presentar la gala al showman revelación de la noche: Rodrigo Cortés? Queda para la posteridad su frase "tengo un Goya como una olla".
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