miércoles, 5 de diciembre de 2012

ESAS PEQUEÑAS COSAS: AVENTURAS ENLATADAS

“Puede que haya otros muchos peces en el mar, pero jamás encontraría un amigo como tú".

Todavía conservo en algún rincón indeterminado de mi habitación un colorista cuento que me regaló una profesora de la guardería por portarme bien o cumplir algún objetivo. No recuerdo su título, pero sí que describía el errático destino de un pobre botón tras soltarse de una prenda de ropa. Afortunadamente, como nos pasa a casi todos, el protagonista acababa encontrando su lugar. He tenido otros muchos libros infantiles, pero la memoria, que es caprichosa, hace que a éste le guarde especial cariño.
Estoy convencido de que algo similar les ocurrirá dentro de unos años a muchos niños de hoy en día con los álbumes ilustrados de Lata de sal, nueva editorial que acaba de ver la luz. Se estrenan con dos colecciones: Gatos y Vintage. A la primera pertenece Amigos, de Michael Foreman, que narra la incondicional relación entre un minino y un pez. A través de sus páginas, los pequeños lectores descubrirán valores tan importantes como la tolerancia y la solidaridad, y que en la vida hay que tomar decisiones, aunque eso suponga sacrificar otras cosas.
Un canguro por Navidad, de la colección Vintage (incluye obras escritas hace más de 30 años y que nunca habían llegado a editarse en España), cautiva con su disparatada historia y los divertidos dibujos de su autor, el norteamericano James Flora, una leyenda en el ámbito de la ilustración y el diseño gráfico. El saltarín regalo que recibe Catalina nos ayuda a entender que, en ocasiones, los problemas no son tan importantes como parece. Únicamente, hay que saber cómo arreglarlos. Un relato que contagia alegría y ganas de brincar. Nunca un regalo dio tanta lata...
Además de porque estos cuentos son preciosos, entrañables y tienen una presentación extremadamente cuidada, os voy a dar otra razón para adquirirlos: la ilusión y el esfuerzo que han invertido en este proyecto Juan e Irene, los responsables de Lata de sal. En estos tiempos inciertos, para arriesgar y emprender, y más en el mundo de la literatura, se necesita ser muy valientes. Ellos han demostrado que no tienen miedo a nada. Sólo por eso, merecen triunfar y, así, poder seguir estimulando la imaginación de niños y adultos. Porque, como dicen ellos, sus libros son aptos para lectores de entre cero y ciento y pico años.
A la espera de próximos títulos, mi botón perdido ya tiene nuevos compañeros (un gatito, un pez y una canguro de nombre Adelaida), en la imaginaria estantería de mis fábulas ilustradas favoritas. ¡Mucha suerte!

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