
-“Al menos vendrás a dormir a mi casa, ¿no?”, preguntó Nacho rompiendo el incómodo silencio.
-“No sé”, dudó Raquel. “Mañana tengo que levantarme pronto para terminar de hacer la maleta”, añadió.
Ella misma sabía que aquella respuesta no era justa, ni por supuesto creíble. De modo que antes de que su chico pudiera replicar, rectificó.
-“Bueno, hay tiempo para todo. Dormiremos abrazados”, dijo rodeando con sus brazos la cintura del corpulento muchacho.
Él no era tonto y había detectado en las palabras de su novia una actitud casi caritativa. Tremendamente ofendido, se habría puesto a gritar de no ser por la llegada de Miguel, que se fundió en un sincero abrazo con Raquel.
Nacho asumió que esa era la noche de su novia y no quería estropeársela. Pero sabía que aquella conversación continuaría horas después en la intimidad.
1 comentario:
me resultan familiares este tipo de situaciones...
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