Hace unos meses, Tele 5 estrenó una serie de ficción con pocas pretensiones bajo el título de La Pecera de Eva, sobre las andanzas de una joven psicóloga en un instituto de secundaria. En cada capítulo, se presentan las consultas individuales que le hacen los alumnos. Ella, con la piel de la actriz Alexandra Jiménez, se convierte en su confidente y amiga, pero también les cuestiona, les explica e intenta ayudarles a controlar sus miedos y sus emociones, y a reconducir las situaciones que les inquietan, siempre utilizando unos métodos poco ortodoxos (al fin y al cabo, es televisión).
Hasta ahora no había tenido oportunidad de verla (en parte por los continuos cambios de programación), y la verdad es que me ha sorprendido gratamente. A pesar de contar con un reparto prácticamente desconocido (o quizás precisamente por eso), las tramas resultan creíbles y atractivas. Se reflejan conflictos juveniles relacionados con el acoso escolar, los complejos físicos o la inadaptación social o familiar; lo típico, sí. Pero no estamos ante Al salir de clase ni Física o química, mucho más frívolas y exageradas. La Pecera de Eva compensa sus limitados recursos técnicos con un lenguaje narrativo original, intercalando las vivencias de los diferentes personajes y empleando saltos de tiempo más que justificados. Sin embargo, su mayor virtud radica en el valor que se le da al diálogo; los actores conversan tranquilamente y el espectador observa las distintas terapias de un modo sosegado. Cada uno de los "pacientes" se desnuda a su ritmo ante la psicóloga sesión a sesión. Es fácil sentirse identificado con algunos de ellos porque, al fin y al cabo, todos hemos sido jóvenes.
Hasta ahora no había tenido oportunidad de verla (en parte por los continuos cambios de programación), y la verdad es que me ha sorprendido gratamente. A pesar de contar con un reparto prácticamente desconocido (o quizás precisamente por eso), las tramas resultan creíbles y atractivas. Se reflejan conflictos juveniles relacionados con el acoso escolar, los complejos físicos o la inadaptación social o familiar; lo típico, sí. Pero no estamos ante Al salir de clase ni Física o química, mucho más frívolas y exageradas. La Pecera de Eva compensa sus limitados recursos técnicos con un lenguaje narrativo original, intercalando las vivencias de los diferentes personajes y empleando saltos de tiempo más que justificados. Sin embargo, su mayor virtud radica en el valor que se le da al diálogo; los actores conversan tranquilamente y el espectador observa las distintas terapias de un modo sosegado. Cada uno de los "pacientes" se desnuda a su ritmo ante la psicóloga sesión a sesión. Es fácil sentirse identificado con algunos de ellos porque, al fin y al cabo, todos hemos sido jóvenes.
En resumen: si algún día os encontráis con Eva y su pecera en la televisión, dadles una oportunidad. Porque siempre viene bien recordar que todos, adolescentes y adultos, tenemos nuestros particulares temores... Y, a menudo, la solución es más sencilla de lo que imaginamos.
1 comentario:
Pienso que hay demasiada oferta televisiva y eso a veces es mas pronto un inconveniente que otra cosa ya que con tantas cosas alguna se nos escapa, besitos m.j.
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