miércoles, 1 de septiembre de 2010

MARCAPÁGINAS: EL JARAMA

El Jarama está considerada como una de las mejores novelas sociales españolas del siglo XX. Su autor, Rafael Sánchez Ferlosio, sitúa la doble acción en la sierra madrileña: por una parte, en la taberna de Mauricio, donde se reúnen los lugareños; por otra, a orillas del río Jarama, lugar elegido por un grupo de jóvenes de la capital para pasar lo que, imaginaban, un plácido domingo de verano.
No seré yo quien se atreva a poner un pero a este clásico de la posguerra, Premio Nadal en 1955, aunque he de reconocer que ocupa muchas páginas para poca acción, resultando tedioso en algunos pasajes. Los expertos la ponen como ejemplo de literatura simbolista y hablan de que, por encima de todo, El Jarama muestra la perdurabilidad de la naturaleza frente a la fragilidad del ser humano, y refleja las costumbres, los modos y el lenguaje de una sociedad alegre en la superficie, pero herida y fragmentada en el fondo. Así pues, permite ver cómo ha cambiado el papel público de la mujer y las relaciones paterno-filiales. Observamos también a jóvenes pudorosos y contenidos, lejos aún de la tan ansiada revolución sexual, y temerosos ante las fuerzas del orden. No ha llovido tanto (poco más de medio siglo), y sin embargo podemos decir bien alto aquello de "cómo hemos cambiado".
(¡Ojo, spoiler!): Para amantes de historias profundas sin final feliz y para quien no haya conocido la España predemocrática ni un mundo sin teléfonos móviles ni ordenadores.

"-Y siempre de Madrid. La cosa: tiene que ser de Madrid; los otros no le gustan. Parece como que la tuviera con los madrileños.
-Ya -comentaba Mauricio-. A los de aquí se ve que los conoce y no se mete con ellos.
-Más bien que lo conocerán ellos a él. Y saben cómo se las gasta.
-Eso será más bien -dijo Amalio el pastor-, desde luego. Lo que es el río, bueno es él para conocer a nadie, ni tener consideración con ninguno (...). Cuando se tercia, me engancha a alguno por un pie ¡y adentro!, que se lo tragó. Pero una cosa rápida, igual que si fuera un hambriento, lo mismo. Y al que éste agarre bien agarrado, ya es que no se lo quita de las fauces ni el mismísimo Tarzán que se echara a sacarlo con todo su golpe de melena y su cuchillo y sus bragas de pelo de tigre. ¡Nanay!".

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿ Me puedes de cir de alguien que me deje la novela de la que hablas? es que yo soy de la epoca sin telefono movil(y casi ni fijo),ni ordenadores,y quiero ver si se ajusta a la realidad vivida por mi. M.J.