viernes, 24 de octubre de 2014

ALEGRE LUZ FRÁGIL

Antes de seguir leyendo este artículo, reflexionen un momento: ¿qué balance hacen de sus historias de amor? No de los polvos de una noche, de los enganches platónicos, ni de las ficciones provocadas por el aburrimiento. Las historias de amor mayúsculas, esas en las que uno cede terreno y un espacio en la cama con gusto. Sean sinceros con ustedes mismos: ¿valieron la pena? ¿todas? ¿ninguna?
Ahora sí, después de este ejercicio introspectivo, les doy permiso para que miren por la mirilla las luces y sombras de una pareja tan vulgar como cualquier otra, tan única como la que más. Dos hombres, en este caso, que cazamos en el comienzo de ese juego de estrategia que llamamos amor. Ambos mueven ficha, amagan, se lanzan, aciertan y se equivocan. Lo hacen sin pudor; al fin y al cabo, ustedes no deberían estar espiando. Berto y Manu, Manu y Berto (si bien podrían haberse llamado Ana y José, Laura y María o, así al azar, Felipe y Letizia); seres con condicionamientos, "taras", ilusiones y metas. Sobre el escenario, se agitan todos esos elementos dentro de cada uno de ellos y, luego, se comparten, se mezclan. No hay marcha atrás. Alguien puede salir herido, perder su identidad, dejar de ser uno para convertirse en un fragmento... La persona que ama es frágil. Pero, ¿quién dice que eso sea malo?

El joven dramaturgo Luciano Muriel exprime la "luz" de Manu y Berto y, de esa forma, remueve las memorias de quienes ocupan las butacas. Lo más probable es que escuchen frases que les parezcan cursilonas, que se sientan mayores o que sonrían ante esa conciencia que grita "estoy haciendo el ridículo". No se avergüencen si, como los personajes, apostaron por que la suya fuera la unión perfecta y salió mal. Y tampoco se queden defraudados si no se sienten identificados con ellos; la vida es larga...

En Luz frágil se respira inocencia, autenticidad, miedo a la soledad, idealismo, acidez y nostalgia. A mi acompañante, el cierre le evocó tristeza. En cambio, yo reconocí esa fuerza que uno saca de lo más profundo cuando ya ha asumido la derrota. Y eso inspira alegría, por muy delicada que ésta sea.
Maravilloso texto y gran trabajo de los actores. Los podrán encontrar, a ellos y sus miedos, en el pequeño teatro La Usina de Madrid, todos los jueves de octubre y noviembre. No espere una escenografía espectacular ni un gran despliegue técnico. Créanme, no lo necesita. Desborda alma.

 

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