domingo, 3 de mayo de 2015

¡QUE ME LO EXPLIQUEN!

Hace años la vida me desgarró el corazón y me apartó físicamente de un hombre bueno. Desde entonces, os aseguro que no hay día en el que malgaste ni un minuto de mi tiempo, por una sencilla razón: amo la vida. 
Cuando me convertí en madre, nadie me dijo cuánto tiempo debía dedicar a mi hija, ni que me tuviera que poner en MODO OFF en el resto de relaciones sociales y familiares: ¿Ser madre significa renunciar a tu vida social? ¿no tener ambiciones? ¿no amar tu profesión? ¿dejar de practicar deporte? O dicho de otro modo: ¿tener una hija significaba dejar de formarme, de quedar con mis amigos, de nadar…?
Algunas mujeres cuando se convierten en madres conciben su vida ideal entre algodones; levantarse de la cama y poder vestir a su hija, llevarla a la guardería, trabajar media jornada, recoger a la niña, e intentar no “tirar” de las abuelas porque malcrían... ¿Cómo lo hacen? ¡Que me lo expliquen! 
Que me expliquen cómo hago para recoger a mi hija a las 4:45 horas (quedándose al comedor, por supuesto), y estar juntas toda la tarde… ¿dejo de trabajar? Pero si, además, decides adentrarte en el maravilloso mundo del emprendimiento, y ya van tres años, pues más todavía. 
En alguna ocasión, noto que de algún modo se me señala y, aunque me importe un bledo, siempre es sano hablarlo y exteriorizarlo. Resulta que hay gente que piensa que no paro, que siempre estoy en saraos, que sigo formándome... Lo saben porque lo ven en las redes sociales; sí, estoy en las redes como cualquier ciudadano del siglo XXI. Diría más: siento pasión por las redes sociales, me chifla la comunicación y adoro a las personas. 
“¿Y cuándo ves a tu hija?", preguntan. Pues, disculpa: ¿has oído hablar de la gestión del tiempo? "No se trata de tener el tiempo suficiente, se trata de hacer tiempo suficiente” (Rachael Bermingham). Y gracias a mi hija he encontrado ese tiempo a solas que todo ser humano necesita para pensar. Y digo a solas porque ese tiempo ocurre todas las noches al dormirla. 

Una de esas noches me sentí incluso hasta “mal” por querer más; y no me refiero a lo económico. Quiero más conocimientos, asistir a eventos, seguir formándome, leer y releer sobre periodismo. 
-"Has estado en Burgos en un evento, ¿no? -
-"¿Y qué tal has llevado dos días fuera de casa?”. 
Perdona, han sido tres. Mi amiga Miriam Reyes y yo nos fuimos un día antes a Madrid para estar con un amigo (David, padre de este magnífico blog). 
¿Cómo voy a estar? Encantada de aprender en un magnífico evento, de conocer gente interesante, de compartir momentos con amigos, de conocer otra ciudad y, sobre todo, encantada de escuchar, de saber escuchar a gente que tiene cosas interesantes que decir. Por suerte, allá donde voy coincido con muchas madres y, qué quede claro, hay muchos tipos de madres y todas son igual de maravillosas. 

Con esto no digo que no quiera pasar más tiempo con mi hija; faltaría más. Pero no nos olvidemos de que los hijos algún día también vivirán su aventura; como mi madre, como yo, como tú... Hay que trabajar, señores. Ya lo dice mi amiga Amparo: "estoy tejiendo redes". Y es que, hoy en día, las personas confían en nosotros por referencias de amigos de amigos, y hay que estar y querer estar.
Y si de algo estoy segura es que si llega el día en el que alguien de mi entorno necesita más tiempo de mí, os aseguro que me lo haré mirar. Pero, hasta ahora, amigos, familia y Paula están bien atendidos.
Por cierto amigo, creo que me he ido de las ramas, me pediste un artículo con motivo del tercer aniversario de Paula. Pues eso, hoy, 3 de mayo, Día de la Libertad de Prensa, Paula ha cumplido 3 años la mar de feliz. Es más, también hemos celebrado el Día de la Madre. Porque soy madre. 

TERESA DOMENECH
- Periodista y mamá de Paula -

2 comentarios:

Verónica Rodríguez dijo...

Buenísimo Tere!! Un aplauso para tu artículo ;-)

Tere dijo...

Muchas gracias Vero. Pensar en voz alta viene bien ;)