viernes, 14 de febrero de 2020

OSCAR 2020. HÉROES, PARÁSITOS Y TRAJES DE PROTESTA

Heroicidad. No se me ocurre una palabra más acertada para definir la victoria de Bong Joon-Ho y el resto del equipo de Parásitos en la 92ª edición de los Oscar. Por primera vez en la historia, una cinta en lengua no inglesa conseguía el reconocimiento a la Mejor producción del año. Y no solo eso: también se imponía en "Dirección", "Guión original" y "Película internacional" (categoría que, por cierto, estrenaba denominación). En total, cuatro (memoricen ese número, que trajo suerte) hombrecillos dorados que saben a asalto, a seísmo, a honestidad y a aperturismo. Pero no nos adelantemos... 
La velada marchaba según lo previsto. Porque, pese a la incuestionable calidad de las candidatas, el botín parecía repartido de antemano. 1917 llegaba a la gala confiada, como el batallón que la protagoniza, sin ser consciente de la emboscada que le tenía preparada el contrincante alemán (en este caso, surcoreano). La misión empezaba con tres pequeños tropiezos: primero, Diane Keaton no podía contener un alarido de placer y satisfacción, mezclado con sorpresa, cuando Keanu Reeves, su partenaire, desvelaba el Mejor guión original: Parásitos. A continuación, Érase una vez en... Hollywood le "robaba" la distinción a Mejor diseño de producción; y Le Mans 66 se quedaba con "Montaje de sonido". Sin embargo, tres estatuillas prácticamente seguidas ("Sonido", "Fotografía" y "Efectos visuales") devolvían la esperanza y levantaban el ánimo de la tropa.

Era un espejismo. A partir de ahí, la hecatombe, el desastre, la debacle más absoluta. Spike Lee era el encargado de descubrir el nombre del Mejor realizador de 2019: Bong Joon-Ho. Se convertía en el segundo director asiático en lograrlo, tras Ang Lee. El respetable, que esperaba escuchar "Sam Mendes" (el claro favorito, ganador de Globo de Oro, Bafta, Premio del Sindicato de Directores y, empatando con quien le batiría, el Critic Choice), reaccionó con entusiasmo. Como si hubieran arrojado varios proyectiles, los pronósticos estallaban en pedazos y, hasta el último momento, se mantendría la incógnita sobre el vencedor de la contienda. Seguramente, el británico y su escuadrón habrían deseado iniciar una retirada silenciosa en ese instante, esconderse en su trinchera y ahorrarse el disgusto, el embate definitivo de boca de Jane Fonda (ataviada con su vestido reciclado de Elie Saab y el abrigo oficial de las detenciones de los viernes en su lucha contra el cambio climático): "and the Oscar goes to... Parasite". Casi nada. David aplastó a Goliat. Los académicos escogían como Mejor cinta un film extranjero, que han tenido que ver con subtítulos y ataca con sorna a todo lo que representa el capitalismo. Un obra que se estrenó en noviembre en escasos cines norteamericanos y que ha acabado inundando salas y recaudando 34 millones de dólares en EE UU (164 a nivel global).

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Mientras los atónitos campeones lo festejaban, júbilo y alegría en el recinto. Porque, si para algo ha servido Parásitos, ha sido para recordarnos a profesionales y público el motivo por el que amamos el séptimo arte: por su capacidad para hacernos soñar, por transportarnos a espacios lejanos, por ayudarnos a reflexionar, por permitirnos experimentar incontables sensaciones sin movernos de la butaca. Y, tal vez, eso es lo que le ha fallado a 1917 y le ha empujado a su triste desenlace: a pesar de suponer una prodigiosa gesta técnica, le falta alma.
Aunque la recta final fue de infarto, la mayor parte de la ceremonia transcurrió tranquila y se cumplieron casi todos los pronósticos. Jojo Rabbit se coronó como Mejor guión adaptado por el trabajo de Taika Waititi sobre la novela El cielo enjaulado, de la autora neozelandesa Christine Leunens. Le Mans 66 ganó en "Montaje", Mujercitas en "Diseño de vestuario" (segundo Oscar para Jacqueline Durran; el anterior fue por Anna Karenina, en 2003) y El escándalo en "Maquillaje y peluquería" (para Anne Morgan y Vivian Baker, en su primera candidatura, y Kazu Hiro, ya laureado por transformar a Gary Oldman en Winston Churchill, en El instante más oscuro).

Además de la propuesta bélica de Mendes, la indiscutible derrotada resultó ser El irlandés, que no materializó ninguna de sus diez posibilidades. Su director se tuvo que conformar con el conmovedor y espontáneo homenaje en forma de ovación y aplausos, quizá más valioso que la estatuilla, por parte de sus colegas, promovido por las palabras de admiración que le dedicó el flamante protagonista, Joon-Hoo. "Cuando era joven y estudiaba cine escuché una frase que caló en mi corazón: ‘lo más personal es lo más creativo’. Esa cita viene de nuestro gran Martin Scorsese. Yo estudiaba sus películas. Estar nominado era un honor", dijo antes de amenazar con despedazar al bueno de Oscar en cinco trozos con una motosierra para repartirlo con el neoyorkino, Tarantino, Mendes y Phillips, sus rivales.
El gigante Netflix fue otro de los peor parados de las votaciones al materializar únicamente dos de sus 24 candidaturas: la de Laura Dern (Secundaria) y la de American Factory, Mejor documental, producido por el matrimonio Obama.

Nada pudo hacer asimismo, frente al huracán asiático, Almodóvar y su magnífica Dolor y gloria, por mucho que sus hermanas se hubieran encomendado a San Judas Tadeo, patrón de los imposibles, con la ayuda de un flan. Nos quedamos con las ganas de volver a oír a Penélope Cruz llamar a... Pedrooooo.
Antonio Banderas, alter ego del manchego, sucumbió ante el Joker de Joaquin Phoenix en "Mejor actor" y tampoco Klaus fue capaz de proclamarse Mejor largometraje de animación ante el gigante Pixar (sumaba su décima condecoración en un apartado instaurado hace 19 años), con Toy Story 4.

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Cuatro... Ya les advertía que esa cifra fue el talismán. Tanto Phoenix, como Renée Zellweger y Brad Pitt veían recompensadas sus actuaciones en su cuarta nominación (Dern se desmarcó del pelotón, ganando a la tercera). Venían de arrasar durante toda la temporada y, por eso, sus designaciones estaban contempladas casi como un mero trámite. Se acordaron en sus discursos de sus héroes. "Algunos dicen que nunca los llegan a conocer. Yo creo que si eres realmente afortunado, los tienes como padres. Comparto esto con ellos, Diane y Bruce Dern, los amo", dijo una radiante Laura Dern, Mejor actriz de reparto por la abogada empoderada de Historia de un matrimonio. "Es el mejor regalo de aniversario de la historia", añadía, a escasos minutos de cumplir 54 años. Tenía ocho cuando pisó por primera vez la alfombra roja, del brazo de su madre. El domingo, era Ladd (nominada en tres ocasiones infructuosas, una más que su exmarido) quien, emocionada, acompañaba y era testigo de la consagración de su hija.
Brad Pitt, Mejor secundario por encarnar al carismático actor Cliff Booth, doble de acción del personaje de Leonardo DiCaprio en  Érase una vez en... Hollywood, se acordó de Quentin Tarantino, su mentor ("eres original, eres único; la industria del cine sería peor sin ti") y de "sus colegas", los especialistas, que reclaman una categoría propia en estos premios.

@gregwilliamsphotography
Un reivindicativo y redimido Joaquin Phoenix (“he sido bastante granuja. He sido difícil en las relaciones con mis compañeros, egoísta y cruel... Y creo que me han dado otra oportunidad”), rendía tributo a su hermano River (nominado por su papel en Un lugar en ninguna parte, en 1989), fallecido en sus brazos por una sobredosis en octubre de 1993 a los 23 años, con una frase que le escribió: "corre al rescate con amor y la paz vendrá después".
Y, por último, la vilipendiada y renacida Renée Zellweger, Mejor intérprete femenina por el biopic sobre el ocaso de Judy Garland, quiso honrar a la inolvidable Dorothy de El mago de Oz: "ella no recibió este honor durante su vida. Estoy segura de que este momento es parte de su legado y su generosidad de espíritu. Garland es una de esos héroes que nos unen y nos definen. Esto es para usted". La madre de Liza Minnelli sólo fue finalista por Ha nacido una estrella (1954).

@theacademy
Por segundo año consecutivo, el espectáculo careció de presentador oficial que ejerciera de hilo conductor. En su lugar, celebrities y cómicos trataron de agilizar una ceremonia que, inevitablemente, resulta larga y tediosa. De nuevo, Hollywood demostró que se le da bien autorridiculizarse (estupendos James Corden y Rebel Wilson, caracterizados como felinos, riéndose de Cats, el bochorno de la temporada). Junto a los chistes, el otro ingrediente principal fue la música en directo. Además de nuestra Gisela y un montón "Elsas" que unieron sus voces y sus lenguas (sus idiomas, no sean malpensados) para cantar el tema de Frozen 2, pasaron por el escenario Eminen (con Lose Yourself, por el que consiguió el Oscar que no recogió en 2003), Randy Newman, la tan de moda Billie Eilish (con una versión del Yesterday de los Beatles, para el in memoriam destinado a honrar a Kirk Douglas, Doris Day, Peter Fonda, Agnès Varda y el resto de desaparecidos en los últimos 12 meses)... Y, cómo no, Elton John, que se llevó a casa su segundo Oscar (ya tenía uno por El rey león) por la canción (I'm gonna) Love me again, creada con su amigo Bernie Taupin para Rocketman.

@antoniobanderasoficial

Nuevos aires en Hollywood

Hoy el mundo entero habla de Parásitos. Los que no la han visto o no sabían de su existencia estarán extrañados y sentirán curiosidad por este fenómeno repentino que ha conquistado el galardón más preciado sin que nadie lo cuestione, ni lo repruebe. Y luego están sus fans declarados, aquellos que salieron fascinados de su proyección y celebran su triunfo (habrá también, no digo que no, un grupo reducido de espectadores que rechacen tanto boato). Hasta ahora, solo Marty (1955), de Delbert Mann, había recibido la Palma de Oro del Festival de Cannes y el Oscar. Además, Joon-Ho ha alcanzado el récord de Walt Disney como persona con más premios en una noche. El surcoreano mostraba su desconcierto en la sala de prensa minutos después de su hazaña: "Es una jodida locura. Acabo de hacer lo que siempre he hecho con los grandes artistas con lo que he trabajado toda mi vida. Esta película es exactamente igual que todos mis trabajos anteriores. ¿Por qué ésta ha sido la elegida? No le encuentro respuesta al enigma. Es todo muy surrealista". Y no era falsa modestia. Pocas veces ha habido tanta verdad en el escenario del Dolby Theatre como en su mirada incrédula e intermitente a la silueta bañada en oro que sostenía entre sus manos y en su risa nerviosa, infantil y de absoluta felicidad, en segundo plano, mientras su coguionista Han Jin Won pronunciaba su discurso de agradecimiento. 
Tenía razón. Él y sus colaboradores, sus ocurrencias, sus obsesiones, sus métodos, sus actores... son los de siempre. El que ha cambiado es Hollywood. Efectivamente, no se entendería el éxito de Parásitos sin la estrategia desarrollada en el último lustro por la Academia para adaptarse a los tiempos modernos y promover la diversidad, ante las quejas y el riesgo de boicot después de que, en 2015, todos los intérpretes nominados (20) fueran blancos; y al año siguiente se repitió esa circunstancia. Hubo reacción: en enero de 2016 (cuando el 92% de sus integrantes eran de raza blanca y el 75% hombres), la institución anunciaba una serie de medidas para duplicar el número de mujeres y personas pertenecientes a minorías con vistas a 2020. Con ese objetivo, en 2019 invitaba a 842 profesionales del sector procedentes de 59 países a unirse a sus filas. 
Negar que soplan nuevos aires en la meca del cine sería absurdo, estamos de acuerdo. No obstante, todavía el camino se antoja largo y empinado. Steve Martin ironizaba al principio de la gala con el hecho de que en la primera convocatoria no había ningún intérprete negro entre los aspirantes y que, 92 años más tarde, la cantidad había aumentado hasta... una (Cynthia Erivo). "Gran crecimiento", exclamó. También Janelle Monáe protestaba, en el explosivo número de arranque, por la insuficiente diversidad racial: "es hora de cobrar vida. Los Oscar son demasiado blancos".

Blancos y masculinos. “¿Qué falta aquí? Ah, sí, vaginas”, dijo el humorista Chris Rock, provocando la aprobación del auditorio. Su broma estaba justificada, pues el 68,9% de los nominados eran hombres. Por su parte, Natalie Portman quiso evidenciar su disgusto por la ausencia de féminas en "Mejor dirección" luciendo una capa de Dior con los nombres zurcidos de Greta Gerwig, Lorene Scafaria, Lulu Wang, Céline Sciamma y otras cineastas ignoradas que han despuntado en los últimos meses. Como bonito fue el detalle de Donald Sylvester al brindar su victoria, a la Mejor edición de sonido, a su esposa, "que abandonó su carrera de montadora para criar a nuestros hijos".
Y tres "superheroínas", Brie Larson, Gal Gadot y Sigourney Weaver (o, lo que es lo mismo, Capitana Marvel, Wonder Woman y la teniente Ripley), aprovecharon su participación para denunciar las desigualdades de género. Casualmente (o no), ellas fueron las elegidas para entregar el trofeo a la Mejor banda sonora, por el Joker, a la islandesa Hildur Guðnadóttir (premiada recientemente con un Emmy por su partitura de la serie Chernobyl), quien se convertía en la cuarta compositora que obtiene este reconocimiento. Por eso, se lo dedicó a ellas, a "las chicas, a las madres, a las hijas que escuchan la música que les hierve dentro. Por favor, alzad la voz. Necesitamos oíros". Y eso ocurría precisamente la noche en que, por primera vez, una mujer, la irlandesa Eimear Noone, dirigía la orquesta de la Academia.

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La revolución es imparable. Probablemente, en unos años, nos asombraremos al repasar determinados datos, como nos escandaliza pensar que hasta 1990 la Organización Mundial de la Salud consideraba la homosexualidad una enfermedad o que, hasta bien avanzado el siglo XX, en Estados Unidos la política de segregación racial obligaba a tener áreas separadas para negros y blancos (vale, sí, los ejemplos podrían ser innumerables, incluso en la actualidad). Por todo ello, cualquier medida de la Academia para apoyar y equiparar a los grupos minoritarios debería ser aplaudida. Confiemos en que esos gestos no se limiten a eso: gestos cargados de cinismo. Porque, no nos engañemos, muchos de los que ahora se rasgan las vestiduras le frotaban la espalda, hasta hace nada, a un ser tan despreciable como Harvey Weinstein. Pero, al mismo tiempo, habría que desear que esos trajes de corrección no lleguen a apretar en exceso y causen el efecto contrario y, por ende, condicionen decisiones que deberían ser puramente artísticas.
Como decía, démosle una voto de confianza a esa Academia con fama de carca e inmovilista que, sin embargo, invita a su fiesta a las figuras más activistas y combativas (Fonda, Phoenix, Lee, Portman, Pitt...), incluye shows musicales en los que se critican sus propios dictámenes, selecciona propuestas comprometidas que destapan abusos, y encumbra a una producción asiática, mientras otros se empeñan en levantar muros y recalcar fronteras. ¿Mutación real o espejismo? Veremos...
Damos por terminada una edición magnífica e ilusionaste, que pone el listón muy alto de cara al futuro. Ni el más retorcido guionista habría podido imaginar una noche tan calibrada, con tanta justicia poética, con tantos héroes sobrevolando el ambiente: los parásitos coreanos, embajadores de los oprimidos; Ladd, Dern, los especialistas de acción y demás ignorados, piezas claves pero poco valoradas; River y Judy, víctimas simbólicas de un negocio despiadado con una maquinaria que pasa por encima de sus mitos. De alguna manera, todos ellos, y los que se puedan identificar con sus historias, fueron recompensados al menos durante unas horas por tanto dolor... sin gloria. 

@gregwilliamsphotography

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@theacademy

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1 comentario:

Anónimo dijo...
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