domingo, 30 de noviembre de 2008

EN UNOS MINUTOS...

Jaime permanecía nervioso en la sala de espera del hospital. Sólo le habían comunicado que su hijo estaba bien, pero que tenía que permanecer en observación durante toda la noche. En unos minutos podría pasar a verlo. En cambio, sobre su esposa el primer diagnóstico había sido más inquietante. “Ella se ha llevado la peor parte. Afortunadamente llevaba puesto el cinturón de seguridad. Permanece en la unidad de cuidados intensivos. En cuanto podamos decirle algo, no dude que lo haremos”, le explico el médico que la atendía.
Todavía no se podía creer lo que había pasado. Todo había sido tan repentino. Se habían despedido con normalidad a la salida de aquel centro comercial. Debían de haberse reencontrado horas después en el domicilio. Sin embargo, aquella llamada telefónica lo truncó todo. “Su mujer y su hijo han tenido un accidente de tráfico”. Con esas palabras había empezado su pesadilla.

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